Un gran dramaturgo, Luis Harold Agurto.
Luis Harold Agurto se inscribió en la Escuela Nacional de Teatro a finales de los años ´90 donde se graduó como Actor y Profesor de Teatro, y a lo largo de su trayectoria como dramaturgo escribió más de 50 obras de teatro, entre monólogos, adaptaciones, y teatro experimental.
En 1995 actuó en su propio monólogo titulado Petra (Petronila), presentado en el primer Festival de Monólogos que organizó Lucero Millán en el Teatro Justo Rufino Garay.
Estudió actuación y luego hizo talleres de formación artística y creación dramática en el periodo del 2002 al 2006, y actuó en más de 40 obras de teatro, siendo considerado el dramaturgo más importante de los últimos tiempos y el más prolífico de la actualidad.
En sus obras abordó temáticas como el Amor, relaciones de pareja y más, y entre sus principales escritos destaca “Seis paredes”, un monólogo que presentó en Cuba y cuenta los últimos minutos del poeta Alfonso Cortés, donde cuestiona la locura y la razón.
“Doña Consuelito” ha sido otros de sus éxitos que ha sido puesta en escena en reiteradas ocasiones en el Teatro Nacional Rubén Darío por abordar el maltrato que seres insensibles les dan a las personas de la tercera edad.
En el año 2013 presentó su libro “Antología de Teatro – Luis Harold Agurto” que cuenta con 10 obras recopiladas por el teatrista Salvador Espinoza Moncada, durante la Expo Teatro 2013 realizada en el Teatro Nacional Rubén Darío.
Agurto Chávez actualmente se desempeñaba como maestro de Literatura Dramática en la Escuela Nacional de Teatro, y hace tres días participó en el Teatro Nacional Rubén Darío en homenaje al desaparecido César Meléndez.
¿Se puede hablar de un estado del teatro en Nicaragua? De ser así, ¿cuál es su situación actual?
R: Existe una etapa muy significativa en mi país con referencia al teatro, podemos hablar de dos etapas por decirlo así: La primera es un teatro de élite, donde los escasos grupos apuestan por el teatro de autor conocido, la segunda es un teatro de género o comprometido con los cambios sociales, entiéndase esto como una manera de sobrevivir, ya que por lo general responden a financiamiento de algunas ONG, Aunque no estén tan comprometidos del todo. Sin embargo existe una nueva visión insipiente de teatro universitario que es como el motor de una generación que está buscando textos novedosos y reales.
¿Qué sucede con la crítica de teatro en Nicaragua?
R: Desgraciadamente no hay crítica. Los comentarios se prostituyen y las ideas y puntos de vista duermen en las mesas de tertulias y de afinidades de amantes o de amigos. Hay buenos comentarios y malos, triste pero así pasa en mi Nicaragua. Tiene que sonar tu nombre fuera de las fronteras para que estos supuestos críticos la piensen dos veces antes de hablar banalidades de cual o tal autor.
¿Cuál deber ser el papel del Estado hacia las artes escénicas?
R: Esa es la pregunta del millón, pero en mi país hace tiempo que nos hemos olvidado del estado y los autores y actores sobrevivimos con gestiones muchas veces de los organismos internacionales o de la empresa privada. El estado condiciona en muchos casos hasta el texto mismo.
¿Cómo se ha modificado la escritura dramática a partir del cruce de disciplinas artísticas? ¿El teatro sigue contando historias?
R: Se tiene que poner énfasis en la dramaticidad y en la poeticidad. No se trata de una medición de fuerzas, ese asunto de los recursos técnicos en el teatro es un acompañamiento de la palabra escrita y pronunciada. Sin dudas ahonda las muchas posibilidades de contar historias de nunca acabar, de explorar temas cada vez más complejos, como la espera, el tiempo, las incertidumbres que no siempre el autor tiene que calmar. En eso de contar historias, tengo mis reservas, yo prefiero que en la escena pasen cosas y no contar cosas.
¿Se puede hablar de un teatro de riesgo o se trata del riesgo de hacer teatro?
R: Se puede hablar de un teatro de riesgo cuando el autor no soluciona nada, no está dispuesto a conceder explicaciones de la trama, y se permite la opacidad en su más alta expresión, se habla de un teatro de riesgo en la medida que seamos capaces de decirle al espectador que estamos tan jodidos como ellos, y que necesitamos que lo entiendan con nuestro arte. Ahora; se puede hablar del riesgo de hacer teatro, cuando vemos la sala semi vacía o vemos las mismas caras de siempre, como un signo de que la nueva dramaturgia es incisiva, sin adornos, sin maquillajes y sin falsas posturas.
Existen creadores escénicos que aseguran que el proceso de escritura no se completa hasta que se ha llevado a cabo la puesta en escena, ¿es cierto? ¿Por qué?
R: No comparto esa opinión. Si bien es cierto crear es un acto de soledad, donde el Dramaturgo se abre y se comparte en la puesta únicamente; yo soy el primero que me hago la puesta escénica en mi cabeza, y el que actúo todos los rolles de manera que cuando la veo en el escenario, lo que veo es otra verdad, completa en su libertad de trascender de la mía.
¿Para ti, que significa hoy “la palabra” en el teatro? ¿Cuál es su función? ¿Qué modalidades hay, que ya no son las arquetípicas?
R: No solo consiste en transmitir la visión o mensaje (De haberlo) sino en suscitar el poder de la creación en el espectador, de manera que la palabra a veces limita si no está bien sustentada, medida y a veces relegada. Así que para mí la palabra debe ser como una forma abierta, un espacio de libertad, donde las imágenes y los silencios lleven al acto mismo de mirar no como un acto inocente. De manera que trato de partir del silencio para poder crear la palabra.
¿Qué le hace falta al teatro de Nicaragua?
R: Más bien creo que a mi teatro le hace falta un país
¿Cómo está o como ves el panorama teatral de Latinoamérica?
R: No lo veo, quizá lo sueño como una sola idea, como un sueño común donde no solo se cuenten historias, sino que logremos un lenguaje propio, donde la Dramaturgia deje de ser solo un vehículo lúdico, sino también una tribuna para celebrar ya no temas posibles ni dolores rezagados, sino un triunfo de la palabra, del placer que proporciona solo escribir sin más compromiso que el que se atribuya uno mismo con la poeticidad, con la verdad y con el estado de ánimo que nos provoque la noche frente a una buena página en blanco.
¿Qué dramaturgos o autores de tu generación representan el teatro o la dramaturgia Nicaraguense?
R: Esta es una pregunta muy difícil, ya que yo no represento ninguna generación de autores. Soy una aparición en un momento justo. Digo esto porque hemos carecido de autores comprometidos con su teatro. Me atrevería a decir que existen unos cuantos que han escrito algunas buenas obras y se han hecho a la costumbre de garabatear, sin que esto se tome con rigor, sin escribir diario, sin que se convierta en su necesidad, en su oficio. Venimos arrastrando desde décadas autores momificados con obras únicas o en cargos públicos que les facilita la publicación de sus historias raquíticas y panfletarias. Recién empieza una nueva generación de autores jóvenes, pero aún hay tanto por hacer, a pesar de mis continuos talleres de Dramaturgia y de mis clases en universidades y en la escuela nacional de teatro PILAR AGUIRRE donde trabajo. Como sabrás en un país donde todo el mundo es poeta hasta que se le compruebe lo contrario, la creación dramática apenas se abre espacio.
¿Qué dramaturgos o autores te influenciaron o influencian en tu manera de escribir teatro?
R: Es curioso, porque los comentarios de algunos diarios o de ciertos estudiosos, me relacionan con Tennessee Williams. En lo particular mi teatro proviene de un poeta, de un hombre que nunca escribió una obra, pero que retrata la cotidianidad y a los personajes de una manera magistral. Me refiero a Mario Benedetti; su poesía está plagada de situaciones, de momentos, de vida y de desaciertos. Sin embargo tengo que decir que mi maestro José Sanchis Sinesterra ha puesto lo suyo en mi forma de contar, cuando quiero o tengo necesidad de contar, de lo contrario me sumo a su filosofía de no solucionar nada y me pierdo en los Apalaches.
¿Conoces dramaturgos o tienes referencias del teatro o de la dramaturgia latinoamericana?
Conozco la Dramaturgia de Felipe Acosta de Honduras, una Dramaturgia comprometida con los cambios sociales de igualdad en los seres humanos a través de las imágenes y de los textos sencillos pero profundos. Se de Mario Jaén, también de Honduras y la búsqueda de una Dramaturgia muy unida al efecto visual en sus didascálias sin descuidar la poesía en sus textos. De igual manera conozco un par de textos de Jorgelina Cerritos, de el Salvador, y su búsqueda de la identidad del ser humano, su memoria colectiva y personal, de sus vacíos y su monstruosa realidad a veces. De los colegas del sur casi nada, solo autores representativos y aquí estamos tratando de la nueva dramaturgia iberoamericana.
¿Qué ventajas tiene actualmente la tecnología para el arte dramático en:
a. Difusión,
b. Contacto,
c. Intercambio Cultural Instantáneo,
d. Otros?
R: Es un hecho que en difusión tenemos la magia de llegar donde sea en instantes.
El contacto aunque frío a veces, estamos unidos por la velocidad del pensamiento casi simultáneo a la imagen.
El intercambio, esta entrevista es la mejor prueba de ello.
¿Cuál es tu visión y opinión sobre el proyecto L’ADNI?
R: Es un hecho relevante hasta ahora nunca realizado. Abre las perspectivas de compartir, conocer, confrontar y crecer como una sola voz. A partir de esta experiencia el teatro en Iberoamérica debe estar más en contacto, debemos mantener una comunicación constante de nuestro quehacer cotidiano, de nuestras propuestas y de algunos modelos a desechar o imitar.