Fernanda del Monte - BREVE ENTREVISTA
¿El teatro le sigue pareciendo un lugar profundamente misterioso?
FDM: El teatro me parece un lugar profundamente lúdico y muy humano. En ese sentido hasta lo más negativo, doloroso e incomprensible se vuelve jugar. Como la vida. Jugamos en el teatro sobre la vida. Eso me parece fascinante.
¿Por qué nos interesamos por otros personajes y sus vivencias sobre el escenario, cuando podríamos fijarnos en lo que nosotros vivimos a diario? ¿Por qué necesitamos esa ficción?
FDM: Porque no siempre nos gusta la vida como es. En general la vida no es tan linda, tiene sus problemas, es aburrida, uno se siente solo, además la vida es mucho más complicada que la ficción, mucho más compleja. La ficción siempre pone de forma más entendible ciertas tramas, las podemos pensar y de pronto las podemos mirar en la vida, más bien creo que ensayamos en la ficción lo que posiblemente podría ser nuestra compleja realidad para quizás entenderla un poco mejor.
¿Cómo se convirtió en dramaturga?
FDM: Por muchos años fui actriz de improvisación, clown y teatro físico y por otro lado soy escritora de narración desde muy joven. Después las dos cosas se unieron en la escritura para teatro, aunque sigo escribiendo narración y ensayo. La escritura es central para mí, es la forma en la que me comunico y en la que me gusta pensarme y pensar el mundo.
¿Se puede hablar de un estado del teatro en su país? De ser así, ¿cuál es su situación actual?
FDM: Es casi imposible hablar del teatro mexicano sin tener que hacer un recorte. Lo que puedo decir es que es muy activo y que hay muchísimos más grupos, dramaturgos, actores que están haciendo cosas que cuando yo era joven. Como decía una amiga actriz más grande, antes alcanzaban las becas y los apoyos para todos. Algo que ha cambiado mucho es que hoy esos apoyos son insuficientes así que proliferan las compañías de teatro independiente y foros y salas que no tienen apoyo oficial. Pienso que en unos años veremos el resultado en los discursos y propuestas de estas compañías quizás con más contundencia, pero en general todavía pesa mucho el teatro institucional. De pronto hay obras interesantes pero a muchos les falta rigor en el trabajo y se basan más en el discurso político y social, en las charlas, las mesas que en realmente las propuestas teatrales o de proyectos escénicos o de investigación.
¿Qué sucede con la crítica de teatro en tu país?
FDM: Los críticos legitimados tienen una perspectiva un poco anquilosada del teatro, se han quedado con la idea de las propuestas estéticas de directores que en algún punto hicieron cosas interesantes pero que en su mayoría también han dejado de proponer. Pienso que no son capaces de ser una guía crítica de las nuevas dramaturgias y los nuevos grupos, los ven como amateurs, no están interesados, prefieren esperar a que se legitimen y justamente eso está creando un vacío de crítica del teatro independiente que pudiera servir de aliciente para los que estamos en ese ámbito.
¿Cuál deber ser el papel del Estado hacia las artes escénicas?
FDM: En México hay muchos teatros del Estado, pero como las Iglesias estos teatros están casi abandonados, no se fomenta que los teatros se vuelvan lugares de ensayo, de escuela, que haya actividad que no sea solamente para presentar obras teatrales. No hay una gestión para que los teatros tengan un perfil y de esa manera creen un público ad hoc a esas propuestas. Por otro lado se da mucho presupuesto a los proyectos pero no se diversifican, no se piensa en los teatros de barrio ni en las salas independientes ni en los estados (provincias) para crear una red de teatros ni de giras. Creo que el Estado debe favorecer la producción y la sostenibilidad de los grupos, apoyando en giras, en promoción fuera del país, en crear festivales, pagar funciones, abrir los teatros, no necesariamente producir o que el dinero que se da para producción se de para más obras con menos presupuesto.
¿Cómo se ha modificado la escritura dramática a partir del cruce de disciplinas artísticas? ¿El teatro sigue contando historias?
FDM: En México el teatro de ficción se puede decir que es el teatro más común, ahora en México sucede algo particular con el teatro narrado, hay una corriente estética y casi de discurso con el hecho de que la acción dramático es tenue. Hay mucho teatro donde se narra o se describe más que que haya una trama clásica. Por otro lado la danza y la música han dejado de tener apoyos o público, es algo que es preocupante. Hay pocas posibilidades para la interdisciplina, la investigación y su relación con la tecnología, no hay polos importantes de esto dentro de las artes, hace mucha falta pero no ha habido un movimiento fuerte con respecto a esto en las artes escénicas.
¿Se puede hablar de un teatro de riesgo o se trata del riesgo de hacer teatro?
FDM: Riesgo cortar un cuerpo para operarlo. El teatro para mí es un espacio de exploración, tanto del lenguaje como de la metáfora, del decir. Es un espacio que me da libertad, igual que la escritura, de pensar en otros universos vulnerables del ser, sí, eso puede ser, pero sentirse vulnerable termina liberando, o al menos es la única manera que encuentro para seguir, quién sabe.
¿Se siente confortable el terreno de la dramaturgia, espacio históricamente masculino?
FDM: Muy confortable, y no tiene que ver con si la escritura es masculina, claro que es masculina porque a las mujeres por cientos de años les relegaron el derecho a la educación, pero no es porque la escritura sea “masculina” como tal, pienso. Ser escritor es difícil, escribir es complicado, son muchas horas de trabajo, mucho trabajo mental y de sentarse a pensar y re-escribir. Es un mundo complicado porque uno está solo contra uno(una) misma, y eso para cualquiera es un reto. Lo demás, al menos yo lo tuve muy claro desde el principio, lo iba a hacer aunque fuera complicado. Pero hoy hombres y mujeres la tenemos igual de complicada para ser artistas, hay una presión social a producir para el sistema, y nosotros no producimos más que momentos efímeros así que… ahí está la cuestión.
Sigue siendo difícil encontrar dramaturgas ¿la dramaturgia sigue siendo vista como un oficio masculino o un oficio dominado por el género masculino?
FDM: Es todo un tema. Yo veo al menos en México que dramaturgas como Ximena Escalante, Bárbara Colio o Verónica Musalem se llevan a escena constantemente, igual que dramaturgos como Mario Cantú, Alejandro Román o LEGOM. Sinceramente yo veo que la dramaturgia no tiene género como tal, hay buenos y malos escritores. En mis talleres de dramaturgia tengo muchas mujeres y hombres, es cierto que quizás la seguridad con lo que un hombre toma un oficio es más contundente que una mujer, pero eso es por educación no por naturaleza, lo que hay que trabajar es la seriedad con la que uno desarrolla un oficio, pero insisto eso no tiene que ver con si se es mujer o hombre, si no con la claridad con la que uno se desarrolla artísticamente.
Yasmina Reza defiende que no hay crueldad en su dramaturgia. Algunos críticos “enaltecen” de que la mujer traslada su sensibilidad y delicadeza la dramaturgia o a las artes. ¿El teatro no es más el lugar donde habita también la crueldad, el políticamente incorrecto y los demonios interiores que cada uno lleva dentro? La directora de cine Carla Camuratti, sostiene que la una mujer puede escribir la crueldad como o igual cualquier otro dramaturgo del género masculino. Y que usan la sensibilidad y delicadeza masculina como etiqueta, muchas veces usada para quitar la importancia y el poder del femenino en las artes. ¿Cuál es papel de la mujer en la dramaturgia contemporánea?
FDM: Yo encuentro que tengo características muchas veces vistas desde lo masculino, veo dramaturgos con una visión femenina del mundo, depende más de la persona que de si uno es mujer u hombre pienso. Mi papel en la dramaturgia contemporánea y quizás el de otros dramaturgos y dramaturgas es proponer nuevas estructuras, nuevos temas, explorar las posibilidades de la dramaturgia en un mundo contemporáneo, jugar con los universos poéticos y las posibilidades de la escena hoy.
¿Considera su dramaturgia feminista?
FDM: Los temas que me preocupan están relacionados más con las decisiones que tomamos como humanos para crear nuestra realidad, en contraposición a la idea de destino, o sistema. Veo a la humanidad más como una comunidad, individuos solos dentro de un enjambre humano, su falta de alegría o libertad, su desesperación y su relación con la muerte. Esto no tiene que ver con el feminismo me parece. Por lo mismo esos mundos ficcionales quizás están dirigidos a todo tipo de público donde se difuminan los géneros y queda más una idea de mundo imaginario.
Existen creadores escénicos que aseguran que el proceso de escritura no se completa hasta que se ha llevado a cabo la puesta en escena, ¿es cierto? ¿Por qué?
FDM: Es un dos en uno. Es decir, el texto teatral es completo en sí mismo como estructura dialéctica, es decir, tiene una estructura formal, tiene un estilo, una propuesta estética, tema, idea o pensamiento, perspectivas definidos, pero que su materia, esa materia dialéctica es transformable, maleable, se adecua, por su naturaleza, a ser llevado a escena y ahí se crea otra cosa, efímera, que mezcla entonces todos los elementos de los que cuenta el teatro para llegar al espectador en otra forma, lo que llamamos la obra de teatro como tal.
¿Para ti, que significa en el teatro hoy “la palabra”, en el teatro? ¿Cuál es su función? ¿Qué modalidades hay, que ya no son las arquetípicas?
FDM: Justamente mi investigación en los últimos años ha estado relacionada con la palabra en el teatro contemporáneo y lo que encuentro es que la palabra se ha trasladado a otro territorio, está más ligada al discurso y al desarrollo del pensamiento en escena que a contar una historia, al diálogo. Es interesante que los géneros narrativo, dramático, ensayístico y poético se mezclan hoy en las estructuras dramatúrgicas quizás ya de forma natural. Eso es fascinante y posibilita nuevas formas de usar la palabra para el teatro.
¿Qué le hace falta al teatro en tu país?
FDM: Qué le hace falta a mi país más bien. Le hace falta formación. En general me preocupa la poca preparación que los jóvenes tienen cuando deciden una carrera, tanto artística como científica o técnica. Esta falta de formación los limita para poder después tener un pensamiento propio y entonces se siguen muchas modas e ideologías, se tragan más el discurso, la mentira. Es un país lleno de corrupción y también se ve en los ámbitos artísticos, gente que roba dinero, que no paga, se permea en las prácticas de producción, es terrible.
¿Cómo esta o como ves el panorama teatral de Latinoamérica?
FDM: Si es difícil hablar de un teatro en México, más hablar de Latinoamérica, inabarcable pienso. Viví casi cuatro años en Buenos Aires, viajé por tierra desde Colombia hasta Argentina, vi miles de formas de convivencia, tradiciones y pobreza. Vi mucha violencia y tristeza. Desgraciadamente compartimos la corrupción, la mentira y la avaricia. En las artes escénicas hay grandes diferencias, Argentina tiene un teatro muy fuerte, con una tradición histórica que no se puede medir con el teatro que se hace en Bolivia o Centroamérica. México ha tenido un teatro, pero casi siempre oficial, eso lo vuelve un teatro “nacionalista” más que de búsqueda personal, cosa que en Brasil no sucede porque hay muchos países en Brasil, cada uno con su imaginario.
¿Qué dramaturgos o autores de tu generación representan el teatro o la dramaturgia de tu país?
Emilio Carballido fue un dramaturgo que para mí representa las posibilidades del pensamiento fantástico en el teatro. Vicente Leñero, Jorge Ibargüengoitia, de los mejores escritores que hemos tenido en teatro, ellos son fundamentales para entender la dramaturgia de hoy. Las obras de Edgar Chías me parecen espectaculares. De mi generación Alberto Villarreal, y más jóvenes David Gaitán y Alejandro Ricaño son los más sólidos en su discurso y en su búsqueda también como directores.
¿Qué dramaturgos o autores te influenciaran o influencian en tu manera de escribir teatro?
FDM: Lispector, Calvino, Baricco, Camus, Joyce, Beckett, Chéjov, Strindberg, Kane, Calderón de la Barca, Pasolini, Kantor, Fabre, García Wehbi, Savignone.
¿Conoce dramaturgos o tiene referencias del teatro o de la dramaturgia latinoamericana?
Sí sobre todo de dramaturgia argentina: Patricia Zangaro, Daniel Veronese, Rafael Spregelburd, Claudio Tolcachir, Romina Paula, Lola Arias. En los últimos años he podido conocer la dramaturgia de Diego Aramburo de Bolivia y Enrique Lozano de Colombia.
¿Qué ventajas tiene actualmente la tecnología para el arte dramático: a. Difusión, b. Contacto, C. Intercambio Cultural instantáneo, D. Otros?
Para los dramaturgos es una gran puerta para la difusión de nuestros textos en otros países. Tuve la oportunidad de trabajar una obra para Buenos Aires, que se llama El eco de su voz, que se representó durante dos años en el 2013 y 2014, nunca vi el montaje pero siempre estuve en contacto con Gabriela Perez la directora y se hizo un lazo entrañable entre todo el equipo, eso es algo imposible hace algunas décadas. Así que claro que ayuda.
¿Cuál es tu visión y opinión sobre el proyecto y la función L’ADNI?
Me parece fabuloso y fundamental para abrir nuevas puertas a la dramaturgia hecha del otro lado del “charco”. Han hecho una labor muy buena de difusión y creo que esto va a traer un intercambio tanto para los montajes o la escritura que se hace en Barcelona como de las posibilidades de llevar a escena otras dramaturgias, eso siempre es enriquecedor.